lunes, 8 de julio de 2019

EPÍLOGO


Ilsa y Rick, avejentados pero todavía deseosos de ser amantes, se reencontraron en Nueva York tras la muerte de Víctor Laszlo a finales de los 50. A Rick le había ido bien tras la guerra, era dueño de tres locales de moda en el cogollito de Manhattan. Ilsa conservaba la ternura de siempre y su entrañable tendencia al melodrama. Tras un breve idilio primaveral entre rascacielos y garitos de jazz, pensaron en hacer un viaje. Volver a París les pareció peligroso: demasiados recuerdos cubiertos de cicatrices que siempre podían sangrar de nuevo... Así pues, para aprovechar el tiempo perdido y sentirse menos atados al tinte de pelo y la crema para las arrugas, dejaron a Louis Renault -ahora especializado en viudas cincuentonas- a cargo del negocio y decidieron hacer un viaje en automóvil atravesando la gran nación americana: el viejo Boston, las cataratas del Niágara, Columbus, una carrera en Indianápolis, St.Louis, a Tulsa por la mítica Ruta 66, Albuquerque, Phoenix...

Todo fue bien hasta que, para ir de Phoenix al Gran Cañón del río Colorado, tras una tarde tormentosa y desapacible, se detuvieron a pasar la noche en el motel de Norman Bates.

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